Amistades tóxicas: señales, consecuencias y cómo salir de ellas

“Los amigos son la familia que uno elige”, dice el dicho. Pero, ¿qué pasa cuando esa amistad deja de sentirse como un espacio seguro y empieza a convertirse en una fuente de angustia, incomodidad o incluso daño emocional?.

Aunque muchas veces naturalizamos ciertos comportamientos, existen señales claras que pueden indicarnos que estamos en una amistad tóxica.

La psicóloga Lic. Jazmín Segovia nos ayudó a identificar esas señales que muchas veces pasan desapercibidas, pero que, con el tiempo, terminan afectando nuestra autoestima y bienestar emocional.

El primer paso: ¿podés ser vos misma?

Una de las preguntas fundamentales que propone la Lic. Segovia para comenzar a evaluar la calidad de una amistad es:

¿Sos auténtica con esa persona o forzás ser alguien que no sos?

Las amistades sanas se basan en la autenticidad. Si te sentís en la obligación de actuar de una manera distinta, contener lo que pensás o lo que sentís por miedo a ser juzgada o rechazada, es una señal de alerta. “Cuando no podés mostrarte tal cual sos, ya estás perdiendo libertad emocional”, advierte la especialista.

Señales frecuentes de una amistad tóxica

Aunque todas las relaciones pueden atravesar momentos difíciles, cuando los comportamientos negativos se vuelven reiterados y afectan tu paz interior, es momento de prestar atención. Estas son algunas señales concretas:

▪ Comentarios que hieren disfrazados de humor

“¿De verdad es una broma o te está tirando mala onda?”, plantea la psicóloga. El sarcasmo constante, el llamado “humor negro”, muchas veces se usa para disimular agresiones encubiertas. Si te sentís herida o menospreciada, no lo minimices.

▪ Manipulación emocional

Cuando hacés planes con otras personas y tu amigo o amiga reacciona con celos, enojo o chantaje emocional, estás frente a un comportamiento controlador. Frases como “¿ya no te importa nuestra amistad?”, “siempre me dejás por otros”, son formas de manipular y restringir tu libertad.

▪ Competencia constante

Una amistad no debería sentirse como una competencia. Si cada logro tuyo es opacado, ignorado o comparado, y si la otra persona siempre quiere tener la última palabra o ser “la que más sufre”, estás ante una dinámica desigual.

▪ Drama permanente

Todos atravesamos momentos difíciles, pero si la relación gira en torno al drama constante y vos sos siempre quien contiene, sin recibir apoyo a cambio, terminás convirtiéndote en un basurero emocional. Escuchar es parte de una amistad, pero no a costa de tu bienestar.

▪ Victimismo crónico

“Si escuchás seguido frases como ‘nadie me quiere’, ‘siempre me dejan de lado’, puede que esté usando el victimismo para manipular y mantenerte atrapada emocionalmente”, explica la licenciada. Esto genera culpa y desgaste emocional.

▪ Invasión de límites

Una amistad sana respeta decisiones, tiempos y espacios. Si tu amigo o amiga se involucra de forma excesiva en tus decisiones personales o intenta influenciarte en cuestiones íntimas, probablemente esté cruzando un límite que debería ser claro.

¿Por qué hay personas que se comportan así?

Una pregunta frecuente es: ¿por qué mi amigo/a actúa así si dice que me quiere? Según Segovia, muchas personas no son conscientes de que ejercen comportamientos tóxicos. Estas actitudes suelen tener raíces en:

• Baja autoestima

• Necesidad de aprobación constante

• Dependencia emocional

• Un modelo distorsionado de lo que significa la amistad

“Hay quienes crecieron creyendo que controlar es cuidar, que los celos son una muestra de amor, o que el vínculo se basa en la lástima y no en el respeto mutuo. Por eso, repetir esas conductas les parece normal, cuando en realidad están dañando al otro”, advierte.

¿Y si normalicé este tipo de relación?

Muchas veces, este tipo de amistad se sostiene durante años porque fue construida desde el afecto. “Nos cuesta aceptar que alguien que queremos nos hace mal. Pero lo cierto es que una relación que te genera ansiedad, culpa o tristeza constante, no es sana, aunque haya cariño”, enfatiza la psicóloga.

La consecuencia de mantener este tipo de vínculos sin poner límites puede tener consecuencias somo la ansiedad, insomnio, culpa, baja autoestima e incluso depresión. Por eso, identificar el problema es el primer paso para cambiar la situación.

¿Qué podés hacer si estás en una amistad tóxica?

Lo primero es escucharte a vos misma. No se trata de cortar la relación de forma impulsiva, sino de reflexionar y hacerte preguntas clave:

• ¿Me siento cómoda siendo yo con esta persona?

• ¿Me respeta? ¿Celebra mis logros?

• ¿Termino sintiéndome mal cada vez que hablo o me junto con él/ella?

• ¿Me agota emocionalmente?

• ¿Me siento obligada a estar ahí para evitar su enojo, tristeza o reclamos?

Si la respuesta a varias de estas preguntas es “sí”, es hora de plantear límites o incluso tomar distancia.

La amistad, cuando es sana, es un refugio. Un lugar donde te sentís escuchada, validada y acompañada. No deberías salir emocionalmente agotada de una conversación con tu amiga o amigo. “Una amistad no debería doler. Debería sumar, no restar”, concluye la Lic. Jazmín Segovia.

Fonte: Paraguay.com